Hna. Nancy Kellar, sc
©1998 Boletin de ICCRS, Vaticano, Europa
Obtenido de San Francisco Charismatics
Al enseñar sobre el discernimiento de los carismas, siempre enfatizo lo "reales" que son los dones del Espíritu Santo. Los carismas no son el producto de una imaginación religiosa hiperactiva. A través de los carismas, el amor de Dios y su provisión pasa a través de la iglesia al mundo de formas específicas y más allá de las capacidades humanas. En presencia de un carisma de sanación, la gente se pone bien de formas que desafían toda expectativa. En presencia de un carisma de administración, el caos logístico se transforma en un orden lleno de gracia. En presencia de un carisma de misericordia, los rechazados y los que sufren experimentan un consuelo real y el amor de Dios de una manera notable.
Todos los cristianos bautizados han recibido el Espíritu Santo y pueden manifestar carismas
Los carismas necesitan ser discernidos
El discernimiento de un carisma es importante. Es la enseñanza tanto del Nuevo Testamento (1Corintios 12 14) como la Iglesia que ningún cristiano recibe todos los carismas y que por lo tanto necesitamos discernir activamente los carismas específicos que nos han sido dados (Catecismo de la Iglesia Católica 800-801).
Ciertamente podemos pedir a nuestro Señor un carisma específico pero como observó el Venerable John Henry Newman; "Dios me llama por mi nombre. Sabe lo que puedo hacer, lo que mejor puedo ser, cual es mi mayor felicidad y pretende dármela". (Meditaciones y Devociones, 8 marzo de 1818). El Espíritu Santo nos dará aquellos carismas que contribuirán a nuestra felicidad y nos prepararán para sus maravillosos propósitos. Confiar en su amor hacia nosotros en este área puede ser difícil. Yo he tenido a personas que asistían al programa de discernimiento de dones para "conseguir" un don particular. Les he tenido que explicar que los carismas son "gracias gratuitas" que el Espíritu Santo da como quiere y que todo lo que podemos hacer, como ministerio, es ayudarle a discernir lo que Dios ya está haciendo en sus vidas.
Podemos empezar nuestro discernimiento utilizando una herramienta como el Inventario Católico de Dones Espirituales para examinar rápidamente nuestra experiencia de vida y concretar los mejores puntos por donde empezar. Entonces experimentamos, es decir llenos de oración intentamos una actividad específica y vemos lo que Dios hace como resultado. Hay diversos signos básicos de un carisma que deberían estar presentes constantemente todo el tiempo.
El primer signo es la efectividad
¿Qué hace Dios cuando me comprometo en una actividad en particular? Por medio de un carisma, el Espíritu Santo realiza cosas que sólo Dios podría hacer. Algo mucho más grande que cualquier cosa que tengo que dar pasa misteriosamente a través de mí y con asombro agradecido veo sus efectos en el mundo a mi alrededor. Si se me ha dado un carisma de enseñanza, aquellos a los que enseño aprenderán y encontrarán el aprendizaje profundamente convincente y vivificante. Si tengo un carisma de hospitalidad las heridas escondidas de muchos se sanarán misteriosamente a través de mi aparentemente sencillo acto de acoger y brindar amistad al extraño y al solitario.
¿Pero qué pasa si parece que no soy efectivo? En el taller de Llamados y Dotados, hay una verdad que recalcamos: reconocer en lo que no te ha dotado el Espíritu Santo es un éxito, porque te libera del peso de falsas expectativas y te libera para poder entregarte al cien por cien a la especial llamada de Dios en tu vida. El proceso de reconocer la ausencia de un carisma puede ser muy doloroso, especialmente para aquellos que han estado implicados en el ministerio activo o como dirigentes durante años. Podemos estar tan metidos personalmente en una visión particular de nosotros mismos que perdemos o incluso voluntariamente ignoramos lo obvio.
Recuerdo una mujer que condujo cientos de kilómetros para insistir con furia que no tenía carismas. Resultó que sí que los tenía, sólo que no había recibido el que ella quería. Ella misma había sido sanada dramáticamente y quería desesperadamente ser utilizada por Dios en un ministerio de sanación. Pero después de años de formación y participación en un ministerio de sanación, ¡estaba fuera de sí de frustración porque nadie se sanaba!
Lo asombroso era que sí que tenía un carisma bien desarrollado de oración de intercesión. Sucedían cosas extraordinarias siempre que oraba, pero no le importaba. Su corazón estaba empeñado en un don en particular, ¡y nada más servía! Lentamente, en las ocho semanas del programa extensivo de discernimiento, fue capaz de abandonar su largamente acariciado sueño y aceptar con gozo el verdadero carisma que Dios le había concedido. Pero no fue fácil.
El segundo signo es nuestra propia experiencia
Dios no nos da carismas como una especie de penitencia. Si estás ejercitando un don espiritual, generalmente te sentirás vigorizado, satisfecho y gozoso, como si esto fuera donde perteneces. No necesariamente te sentirás así cada vez que intentes utilizar este don, pero esa será la experiencia en conjunto. Un aviso: algunas personas pueden tener unas experiencias "primeras" muy negativas. La clave está en observar tus sentimientos durante un período extenso de tiempo, ¡semanas o meses, no horas!
Esto puede llegar de manera directa o indirecta. Es maravilloso cuando la gente te da una respuesta directa como "He aprendido tanto de su clase" o "Me siento tanto mejor acerca de mi situación después de hablarlo contigo". Muchas respuestas positivas, específicas a lo largo del tiempo es una afirmación real.
Pero la afirmación puede llegar también indirectamente mientras observamos lo que la gente nos pide. ¿Hay gente que no conoces que parecen "abrirse" a ti y compartir sus sentimientos y sus preocupaciones más íntimas contigo? (Puedes tener un carisma de ánimo). ¿Parece que tu casa está siempre llena de gente que "pasaba por allí"? (¿Tienes un carisma de hospitalidad?). Lo fascinante es que otros a menudo reconocerán nuestros dones y nos pedirán lo que Dios nos ha concedido dar, ¡incluso si nosotros no sabemos lo que es!
El cuarto signo: la actividad en cuestión es una expresión íntima de mi relación con Dios
Una vez le pedí a una amiga con el don de administración si organizar cosas era como una oración para ella. ¡Sí! fue su respuesta entusiasta. Todos los carismas, no sólo obviamente los sobrenaturales como la profecía o la oración de intercesión, están íntimamente conectados con nuestra relación con Dios. Unas buenas preguntas de discernimiento que nos podemos hacer podrían ser: ¿Cuando estoy realizando esta actividad, es como una oración o contemplación? ¿He advertido un aumento o una profundización de mi fecundidad en este área al ir creciendo mi relación con Dios? ¿Cuando más deseo vivir mi amor de Dios, ejercitar esta actividad en particular parece una de las maneras más naturales y obvias de expresar mi fe?
Los carismas rara vez se manifiestan todos a la vez
Los carismas normalmente empiezan a manifestarse después de una experiencia de conversión o un despertar espiritual, pero rara vez lo hace todos a la vez. Los dones del Espíritu Santo a menudo surgen en respuesta a circunstancias que necesitan urgentemente una obra específica de Dios. Por ejemplo, San Francisco Javier fue famoso por su ministerio de sanación en la India , que aumentaba grandemente su efectividad evangelizadora, pero no hay evidencia de que Dios le utilizara de ese modo antes de llegar a la India. Una oportunidad maravillosa se extiende ante los dirigentes de la renovación. Podemos ayudar a todos los católicos a reconocer, nombrar, desarrollar y ejercitar sus carismas para el bien de la Iglesia y del mundo. Como dijo un hombre joven, "Una vez pensé que había una parte de mí que nunca llegaría a vivir porque no estaba llamado al sacerdocio. Pero ahora sé que es un carisma del Espíritu Santo y una llamada que puedo vivir como seglar".
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