P. Alejandro BALBÁS SINOBAS
Revista Nuevo Pentecostés
Nº 61 – Marzo-Abril de 1999
“De los grupos de oración surgen igualmente células y grupos de profundización de personas con una mayor exigencia espiritual y de vida cristiana, pero con una realidad entroncada dentro de la Renovación Carismática Católica". (R.C.C. en España 27.4).
Comencemos recordando el texto de San Lucas respecto de Jesús: "Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres". (Lc 2,52). El crecimiento es síntoma de vitalidad y necesita un alimento y unos cauces que favorezcan su desarrollo y su maduración, merecedora de toda atención. Todo ello exige un querer, que a su vez lleva consigo una actitud, una disponibilidad firme para recorrer el camino ya emprendido o para vivir una vida, cuya novedad ha podido comenzar a inquietar.
La experiencia de haber recibido el Espíritu Santo, es decir, el bautismo o la efusión del Espíritu Santo ha de ser el punto de partida para cada hermano ya estable en el grupo. El Amor de Dios fue derramado sobre él y se atreve a gritar con toda verdad y conciencia "Abba", Padre. Consecuentemente suscita en él un amor filial que le produce una sensación tan llena de gozo que le hace estallar en una alegría permanente.
Jesús, el Cristo, ha sido también el fruto que le ha sido revelado por el mismo Espíritu, haciéndole sentir la necesidad de conocerle más y de imitarle. Ha comenzado una vida nueva con exigencias de más y de un crecimiento, aunque no sepa expresarse con claridad. En contacto con algunos hermanos del grupo se comunican sus inquietudes y ven que individualmente no pueden lo necesario y echan en falta algo más en común además de la reunión semanal. Necesitan más frecuentemente ponerse a los pies del Señor, escucharle y así poder adelantar más en sus vidas.
EN CÉLULA DE INICIACIÓN
¿Cómo comenzar? No necesariamente tiene que surgir un grupo de profundización llevados de la buena voluntad y menos cuando el grupo no es numeroso. Pudiera ser muy conveniente dar algunos pasos antes. El alma que se ha encontrado con el Señor y siente el gozo de habérsele manifestado gratuitamente desea comunicarse con alguien. No me refiero ahora a un alguien nuevo sino a otro hermano del grupo y que fácilmente está viviendo la misma experiencia del Señor.
Comunicarse es una necesidad. Son dos o tres hermanos que de una manera informal, es decir, sin programar y casi casualmente, con espontaneidad, se van haciendo partícipes de sus cosas espirituales. El amor fraterno va apareciendo entre ellos, sintiéndose más que a gusto con cierta exigencia normal. Se va rompiendo el cerco de su yo encerrado en sí mismo, se rompe el silencio interior y se abre a un tú que a su vez abunda en los mismos sentimientos y deseos. La vergüenza y los miedos van desapareciendo ante la experiencia nueva de relacionarse. Por el contrario, la sinceridad y la libertad interior van proporcionando una satisfacción humana y espiritual manifiesta.
El Espíritu Santo está trabajando en cada uno de ellos que, aparte del gozo, va dándoles una fidelidad y un ver con claridad que se sienten llamados de manera especial por el Señor. Es un entrenamiento del que irán saliendo airosos y fortalecidos en su fe y entrega a Cristo. Simplemente como un entrenamiento práctico que, sin darse cuenta, les sitúa en una antesala de algo más que progresivamente irán sintiendo Naturalmente que no estarán exentos de dificultades que, en realidad, habrán de considerarse como pruebas para su asentamiento personal y su ilusión. El tiempo de duración no tiene un límite determinado sino que dependerá de su progreso y exigencias internas. Lo que sí es cierto es que durante esta etapa se producirá una mayor conversión y una decisión más firme de seguir a Cristo con tina apertura al Espíritu Santo y a los demás.
EN GRUPO DE PROFUNDIZACIÓN
Los que han vivido provechosamente esta etapa, diríamos, celular o germinal, estarán ahora no solamente en deseos sino también en disposición y capacitación de vida para pasar a formar seriamente un grupo de profundización. Ya puede constar de ocho a diez personas, hermanos, bien definidos personalmente según su ritmo de crecimiento y sabiendo lo que quieren. Así lo irán demostrando en su vivir y en sus actuaciones.
Este grupo ha de ser limitado a los hermanos que se hayan comprometido y han de sentirse impulsados por la llamada interior del Espíritu Santo que les está susurrando interiormente y que les lleva a responder con generosidad. Todo es porque el Señor lo quiere, nada se han de atribuir a sí mismos y, por tanto, les lleva a andar en humildad y responsabilidad. Se reunirán una vez por semana, aparte de la del grupo general, sin que nada obstaculice las luces y la acción del Espíritu Santo, sin caer en las técnicas o dinámicas de grupo que le desfiguren y desnaturalicen. Es un grupo carismático de profundización dentro del grupo de Renovación Carismática.
Algunas orientaciones de cómo puede desarrollarse la reunión:
b.- La Palabra de Dios habrá de ser su alimento favorito e imprescindible. Podrán orar con ella, podrán tener sus comentarios y se abrirán a ella para su interiorización y personalización. Toda la Biblia es Palabra de Dios, pero los evangelios serán la proyección de Jesús en la realidad y santidad de sus vidas.
c.- Apertura a los carismas. El Espíritu Santo se irá manifestando a cada uno en orden a identificarse carismáticamente a sí mismo para ayudar y servir a sus hermanos tanto, del grupo de profundización como, de todo el grupo.
d.- El amor sea el mayor y mejor carisma al que aspiren todos de manera especial y en cuya atmósfera se desenvuelvan.
e.- El compromiso les tiene que ir cogiendo, cada vez más fuertemente, en generosidad de entrega a Dios en su vida personal y en servicio a los demás. No se trata de algo obligatorio o impositivo sino que ha de fluir lógica y alegremente de su vida interior y del Espíritu Santo. Cristo es el camino a seguir.
f.- Con toda esta experiencia se irán convirtiendo en testigos de un mensaje nuevo para lo que no les faltará oportunidad.
g.- La formación se irá haciendo cada vez más necesaria en aras de dar razón de su fe en toda su amplitud, acomodada a su maduración, en asegurarse en el camino emprendido, en prepararse bien para la realización de su vocación carismática.
h.- El compartir sus experiencias y testimonios en este grupo reducido habrá de ser imprescindible, y será un dar gracias interminable a Dios, acarreará sus bendiciones, y constituirá un enriquecimiento mutuo. Se irá transparentando la criatura nueva engendrada por el Espíritu Santo y cuyos frutos irán apareciendo con gran contento de todos.
i.- Es muy consecuente que, quien trate de llevar una vida de estas características y generosidad de entrega, necesite de un acompañamiento espiritual. Este servirá para discernir la marcha de su vida, si realmente va siendo ajustada a la voluntad de Dios y se corresponde con su llamada y sus propias exigencias. Es necesario escuchar la voz del Espíritu y secundarla.
PARA UN CRECIMIENTO
Ni la célula ni el grupo de profundización son una meta sino más bien unos cauces de maduración y crecimiento y no pueden quedarse en sí mismos. En la medida en que los hermanos se vean transformados y vayan encontrándose a sí mismos en su vida real, irán creciendo y adentrándose con seguridad y conocimiento de la naturaleza y fines de la Renovación Carismática.
Estas formas de crecimiento necesitan un pastoreo que se traduce en el alimento espiritual adecuado y en buen discernimiento que abarca desde su iniciación y profundización, siguiendo con su afianzamiento y maduración que siempre será relativa.
Por último no sería necesario, pero por si acaso, decir que ni las células ni los grupos de profundización suplen, ni tampoco sustituyen, el grupo en sí, ni su asamblea de oración semanal, antes al contrario, y sin ningún orgullo ni vanagloria, han de servir de fermento y enriquecimiento para todos. Todos están bautizados en un solo y mismo Espíritu y no forman sino un solo cuerpo.
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