INTRODUCCIÓN
El fenómeno de las sectas es una expresión demasiado vaga para un hecho muy concreto. Con ello se alude a la actividad planeada y coordinada de grupos y organizaciones que cumplen todos los requisitos para no ser llamados sectas, pero, también a la de otros que suelen designarse con otros nombres y de los cuales solo se dice que presentan algunos rasgos sectarios. El fenómeno preocupa tanto a creyentes y a los afectados que buscan orientación. (Galindo, 1994: 19 – 20)
La presente investigación ha sido motivada por una paradoja la Iglesia católica romana ha celebrado el avance del evangelio en toda su expresión. Sin embargo, pese a las contradicciones y la lucha por ser la única de América Latina, cada día se hace mas incierta que la Iglesia Católica Romana sea la única en ofrecer tales servicios al pueblo en general, dado que el catolicismo pierde cada hora su posición tradicional dominante.
En efecto, Las Iglesias cristianas evangélicas, sobre todo numerosos grupos y movimientos derivados directa o indirectamente de ella, e incluso religiones que hasta ahora parecían como fenómenos exóticos en el panorama religioso local, han descubierto recientemente en nuestros pueblos latinoamericanos como un terreno baldío, y en todo caso como suelo fértil para sus actividades "misioneras". Entre esos grupos religiosos encontramos: Budismo, Hinduismo y en especial la New Age. ¿Se justifica la preocupación?
Al leer los textos sobre el tema del New Age de este Seminario Expresiones Religiosas significativas en el Buenos Aires de hoy guiados por el Dr. Raúl Rocha nos preguntamos si realmente se justifica tanta preocupación. Algunos tal vez, opinan, que la difusión y actividades misioneras de nuevos grupos religiosos, al menos de aquellos que siguen los parámetros y normas de la fe en Cristo Jesús podrían significar un complemento necesario a la extensión del Reino de Dios aquí en la tierra.
Pero, hay que tener mucho cuidado con estos movimientos, que terminan fusionándose con otras ideologías y terminan enseñando otro evangelio, como sucede hoy en día con la New Age. Al respecto nos dice Maria Ester Chapp (1991: 24) nos habla del expansionismo de algunas prácticas y discursos religiosos, cada vez más numeroso. Podemos agregar el surgimiento acelerado de diferentes denominaciones y formas religiosas, que ella titula con una terminología exclusivista y marginal: Sectas, iglesias electrónicas, incluyendo los brotes espiritualistas y antidogmáticos.
Cabe mencionar, en este sentido, la expansión del esoterismo ligado al reconocimiento de antiguas fuentes y tradiciones como el misticismo oriental, de creencias y practicas mágicas, animismo y formas de curación cuyos orígenes podemos encontrar en las culturas indígenas y africanas. La autora se refiere a un amplio espectro de creencias y practicas que incluyen imágenes religiosas tradicionales predominantemente católicas, mitos y rituales indígenas, espiritismo, ocultismo, etc., que constituyen en un gran sincretismo mágico-religioso que tipifica en América Latina a lo que se denomina la religiosidad popular. ¿De que grupos se trata?
Antes de responder a esta pregunta, veamos uno de los aspectos del problema, América Latina vive hoy un doble fenómeno que es común con otras regiones del mundo: de una parte un secularismo e indiferentismo crecientes, especialmente altas y académicas, que pretendiendo organizar la sociedad sin Dios ni religión terminan sumidos en la corrupción y la violencia en todos los sectores de la vida [en el caso de Colombia] y para salir del caos buscan ayuda en doctrinas esotéricas y cultos mágicos. De otra parte, un fenómeno típico de la postmodernidad que afecta también a las clases pobres: el pluralismo religioso, la teología de la prosperidad y el grupo es cuestión la New Age.
El cristianismo tanto católico como evangélico, por un lado la iglesia católica romana ha cesado de ser la instancia normativa única de la sociedad y se ha convertido en una entre muchas instancias, lo mismo ha ocurrido con las iglesias cristianas evangélicas, con las cuales deben competir conforme a las leyes gubernamentales y a la oferta y demanda para ganar o retener una clientela. Este fenómeno no indica la pérdida del sentido religioso, sino el hecho de que la oferta tanto católica como evangélica tradicional no satisface ya las necesidades vitales de la gente.
Se hace entonces necesario replantear tales necesidades, lo que no parece factible, o bien admitir que valores tenidos por mucho tiempo como invariables no lo son de hecho, ni son los que la gente necesita en su situación actual para proteger su vida, asegurar la supervivencia humana y hacer tolerable la convivencia; quizás la iglesia cristiana evangélica tiene que reevaluar sus postulados y nivel de prioridad dentro de su organización. El fenómeno es complejo, esta complejidad del problema exige discernimiento y establecer prioridades tanto en el análisis del fenómeno como en el desarrollo de estrategias para hacerle frente desde lo pastoral. Hacer un aporte a tal fenómeno es precisamente el objetivo de esta investigación. Y su metodología esta mediatizada a las exigencias del Seminario de doctorándoos planteadas desde el inicio del mismo.
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